En el verano de 2007, desperté del coma después de sobrevivir a un accidente aéreo. El curso de mi vida cambió en ese instante. Desperté en un hospital con muchos huesos rotos y una variedad de otras lesiones y desafíos, incluido el trastorno de estrés postraumático y una lesión cerebral traumática.​

Estaba decidido a encontrar mi camino de regreso a la salud, la cordura y la alegría. Requirió mucho permiso, reflexión, amor y apoyo. Fue a través de este viaje de sanación que descubrí y me beneficié de la terapia craneosacral y la meditación. Estas dos prácticas me ayudaron a reducir la velocidad, escuchar y sintonizarme con mis estados físicos, emocionales y mentales. Cada uno fue una parte integral de mi curación del PTSD, TBI y una variedad de síntomas cambiantes y patrones de tensión en mi cuerpo.

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He recibido y experimentado muchas modalidades tradicionales y holísticas diferentes para llegar a donde estoy hoy. Aunque no puedo afirmar haber encontrado ninguna modalidad que lo cure todo, la terapia craneosacral fue un apoyo esencial y consistente para sanar todo mi ser. Me ayudó a acceder a estados de quietud y descanso a los que de otro modo no podría acceder con mi sistema nervioso acelerado y compensado, y para la recuperación de traumas y lesiones cerebrales, esto es muy importante. Otros recursos de apoyo fueron una variedad de terapias somáticas y psicológicas, aeróbicos acuáticos, meditación, canto, baile y creación de comunidades de apoyo.

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Convertirme en terapeuta craneosacral me ofreció un camino que continuaría apoyando mi curación y mi relación conmigo misma y con los demás, así como financieramente. Es un entrenamiento en una forma de ser ~ una práctica que alivia el estrés y lo devuelve a uno a un estado de salud y equilibrio. Me siento honrado y honrado de poder ofrecer esta modalidad de sanación a otros. Es un trabajo que continúa beneficiándome a mí y a mis clientes en gran medida y, por lo tanto, se extiende a todos en mi vida.